Poema de Rosanna Salazar
Mar de mis sollozos
Madre, ¿has oído el mar de mis
sollozos?
Donde tu ausencia quema
y el frío de mi alma
seca mis raíces
y mis troncos
y se rompen las aguas azules,
y nunca el salario de hambre,
y mi piel,
que ya es grieta,
casi amortajada
y sin nombre.
Madre,
¿dónde está la casa de fuego
que dejara
entre tus manos
y tú, ahora dormida
y tan callada?
¿Acaso sucumbe en esta oscuridad de
los hombres?
¿O se vislumbran ríos de rabia,
o montes de estrellas insomnes?
Ya no sé,
si idolatrar tu silencio
de madre ida,
o si me meto
en tu submarino mundo
y me lanzo a buscar
algas y caballos que hablen contigo,
o si me enseñas
a besar las olas,
a hacerme sirena dorada,
cantora
y a galopar
en tu brisa de madre mar
y a gestar banderas rojizas
en las auroras.
¿No oyes, madre, mi quejido?
Plomizo,
cansado cual soldado,
puñalada de exterminio.
Abrasadora esfera,
racimo de injusticias,
ocaso en plena herida,
aguja invisible en mi piel
sin tus palabras,
sortija en la mano homicida,
caudal desenfrenado,
cayenas reventadas
en mis sábanas y mis venas,
azul de acero en la vida.
Madre, ¿adónde marcharon las hordas?
Dime bajo cuál nombre se ocultan.
Háblame de que las flores
de tu perfume
siguen naciendo en los jardines
infinitos del cosmos,
y algún día abrirán al alba,
en el follaje
que reza sin voces,
en la hortaliza perenne,
en el bosque de tambores,
entre las penas
del pueblo callado
a la fuerza,
por crisis
que fabricaron otros,
y en tu dedal sincero,
que nunca te traiciona.
JOSÉ SALIETO
es autoeditor y ha publicado su primera obra "Crónicas de una
Nueva Raza", una tetralogía de corte fantástico con contenidos metafísicos y
filosóficos que le ha supuesto casi 12 años de trabajo. Se puede encontrar
información de esta obra en www.cronicasdeunanuevaraza.com. Actualmente está
escribiendo dos obras más, una es una novela de contenido humanista (Causa y
Efecto), y la otra es un compendio de relatos cortos (Historias al otro lado de
la razón), uno de los cuales, escucharemos a continuación."
Nueva Raza", una tetralogía de corte fantástico con contenidos metafísicos y
filosóficos que le ha supuesto casi 12 años de trabajo. Se puede encontrar
información de esta obra en www.cronicasdeunanuevaraza.com. Actualmente está
escribiendo dos obras más, una es una novela de contenido humanista (Causa y
Efecto), y la otra es un compendio de relatos cortos (Historias al otro lado de
la razón), uno de los cuales, escucharemos a continuación."
¡NO TE MANCHES!
-¡Mira que te lo dije! -le gritó su madre-. ¡No te manches, que como te manches, te mato! ¡Pero tú como siempre, no me haces caso! ¡Mira cómo te has puesto!
-¡Es que me he caído, mamá! -se justificaba Toñito.
-¿Que te has caído? ¡Si no fueras siempre haciendo el indio por ahí, no te habrías caído, que siempre vas por los alticos, como las cabras!
Toñito hizo un puchero y agachó la cabeza, haciendo el papel de mártir, sabía que así su madre se aplacaría, y él no tendría más que esperar a que se pasara el chaparrón.
-¡Anda, quítate esa ropa y dúchate!
Y Toñito se fue al aseo obedeciendo a su madre y respirando hondo, mientras su madre se quedaba en la cocina refunfuñando y quejándose sobre él.
-¡Es que siempre igual este niño! ¡Es que no hay forma de sacar punta con él! ¡Es que algún día lo mato! ¡Porque o lo mato yo o me mata él a disgustos! ¡Y que el Señor me perdone, que ya me gustaría a mí ver cómo lo aguantaba él!
Pero Toñito era feliz. Le tenía que mentir un poco a su madre, pero no eran más que mentirijillas. La verdad es que no se había caído, sino que había estado trepando la tapia del corral del difunto tío Paco, el cabrero, y se había manchado al restregarse por las piedras mugrientas. Pero es que era toda una aventura el ir agarrándose a los huecos y salientes de las piedras de la tapia, y conseguir llegar al otro lado.
Toñito tenía ocho años y le gustaban los retos, subirse a los árboles, intentar montarse en una vaca, caminar por los tejados y, en el pueblo, no había muchas otras diversiones que digamos. Una vez retó a sus amigos a cruzar el río por encima de las piedras. Solo dos aceptaron, y consiguieron cruzar; pero Toñito se empapó hasta las cejas en un traspiés. A su madre casi le da un patatús.
El pobre muchacho era así, temía las broncas de su madre, pero no podía evitarlo. Así que al día siguiente, ya se le habían olvidado, como siempre, las advertencias de su madre y, de vuelta del colegio, se pasó por la estación del tren para verlo pasar. No todos paraban allí, más que una vez al día, el que iba y venía de la capital. Los demás pasaban de largo, pues era un pueblo muy pequeño. Y a Toñito le gustaba verlos pasar tan deprisa.
Su instinto pudo más que el temor a los reproches de su madre. Y cuando el tren estaba cerca de la estación, a Toñito no se le ocurrió otra cosa que demostrarse lo rápido y valiente que era, bajando el andén y cruzando la vía antes de que llegara el tren. Y ni corto ni perezoso, calculó las distancias, se preparó, saltó el andén y echó a correr.
El guardagujas, que lo vio, le gritó asustado, y otras personas que se hallaban allí, también. Y los gritos asustaron también a Toñito que, añadido a la tensión del momento, tropezó con los raíles y cayó de bruces. El muchacho no supo muy bien qué pasó después, pero como pudo, se levantó, se fue hacia el andén y se sentó allí a respirar hondo para calmarse. El tren consiguió frenar, pero mucho más adelante, después de haberse pasado la estación. Todo se llenó de gente y Toñito vio frente a él su propio cuerpo hecho trozos y desparramado a lo largo de la vía, y entonces cayó en la cuenta de que llevaba ropa de estreno, y que su madre le había dicho que no se manchara bajo ningún concepto. Así que cuando vio sus ropas destrozadas y manchadas de sangre, pensó:
-"Ahora sí que cuando mi madre se entere, me mata esta vez de verdad".
Isabella Martínez López
Recitó una poesía de Rubén Darío llamada Margarita.
MARGARITA
Margarita está linda la mar,
y el viento,
lleva esencia sutil de azahar;
yo siento
en el alma una alondra cantar;
tu acento:
Margarita, te voy a contar
un cuento:
Esto era un rey que tenía
un palacio de diamantes,
una tienda hecha de día
y un rebaño de elefantes,
un kiosko de malaquita,
un gran manto de tisú,
y una gentil princesita,
tan bonita,
Margarita,
tan bonita, como tú.
Una tarde, la princesa
vio una estrella aparecer;
la princesa era traviesa
y la quiso ir a coger.
La quería para hacerla
decorar un prendedor,
con un verso y una perla
y una pluma y una flor.
Las princesas primorosas
se parecen mucho a ti:
cortan lirios, cortan rosas,
cortan astros. Son así.
Pues se fue la niña bella,
bajo el cielo y sobre el mar,
a cortar la blanca estrella
que la hacía suspirar.
Y siguió camino arriba,
por la luna y más allá;
más lo malo es que ella iba
sin permiso de papá.
Cuando estuvo ya de vuelta
de los parques del Señor,
se miraba toda envuelta
en un dulce resplandor.
Y el rey dijo: «¿Qué te has hecho?
te he buscado y no te hallé;
y ¿qué tienes en el pecho
que encendido se te ve?».
La princesa no mentía.
Y así, dijo la verdad:
«Fui a cortar la estrella mía
a la azul inmensidad». ... CONTINÚA
JUSTO SORIANO
Recitó ...
LA RATA DE BRONCE
Un señor que busca objetos raros
y que no le resulten muy caros,
va a una tienda de antigüedades
en busca de algunas novedades.
Una figura llama su atención
y se dedica a su contemplación,
es una rata en bronce esculpida
cual real y bonita maravilla.
El tacto del bronce bien pulido
le subyuga sus nobles sentidos,
sus ojos que parecen hablarle
y una boca que dice llamarle.
“—Por la rata de bronce, qué pide”—
Al viejo anticuario se dirige,
con intención de ver si la compra
si es que el precio no le asombra.
“--Diez euros el bronce de la rata,
y mil por la historia de que trata”—
Pero él no podía permitirse
tanto los bolsillos exprimirse
“--La rata me llevo solamente,
la historia no la veo complaciente”—
Salió de la tienda muy contento
con su rata como un portento.
Al poco rato que iba paseando
observó que tras de él caminando.
una cierta cantidad de ratas
le seguían corriendo insensatas.
Se paró a observarlas viendo,
como otras muchas iban saliendo
de escondrijos, alcantarillas
y de las cercanas buhardillas.
El hombre las contempló impávido
y empezó a caminar más rápido,
pero a medida que más corría
más grande la manada se hacía.
Ratas que salían de todos lados
esgrimiendo dientes afilados,
que con la rabia amenazaban
y que nada bueno presagiaban.
Salió corriendo en dirección al mar
y las ratas le querían alcanzar,
millones de ratas ya le seguían
y seguro pronto le cogerían.
Presa de pánico llegó al puerto
y sin más, decidido y resuelto,
la rata de bronce al mar la tiró
la que en pocos segundos se hundió.
Y saltaron tras ella las ratas,
millones de ratas insensatas
que en las aguas se vieron copadas
pereciendo en manada ahogadas.
Pasado ese susto tan sumario
volvió a la tienda del anticuario,
y el dueño le preguntó al verle;
“—Veo que a comprar la historia
vuelve”--
“—No me interesa lo que contiene,
lo que quiero saber es si tiene,
figuras de bronce con hocicos
de banqueros
y de políticos”—
Continúa en la siguiente entrada....
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